Como en un cómic, dónde los villanos renacen de sus cenizas para apoderarse del mundo, la burbuja inmobiliaria y la imparable crisis hacen mella con sus efectos en los más desfavorecidos.

Distintos lugares de la ciudad de Madrid, se han preparado este lunes, para ser el escenario de nuevos desahucios, que pasan a engordar una larga lista que va creciendo notablemente desde hace unos años.

Diversos casos y numerosas víctimas, presos de los ejecutivos del desalojo, que no son otros que las entidades financieras.

Pero normalmente, ante injusticias así, siempre suele haber alguien que intenta reaccionar, y ese es el paso que han decidido dar los Afectados Por Las Hipotecas de Carabanchel, y su Asamblea Popular, que convocaron para el día 7 de julio una acción pública, para denunciar este tipo de situaciones cada vez más comunes.

En la madrugada del día 7 al 8 de julio, la policía municipal les obligó a abandonar la plaza de Oporto, donde varias de estas personas llegaron a acampar en forma de protesta.

Poco duró la plaza en estar vacía, ya que en la mañana del 8 de julio, los Afectados Por Las Hipotecas volvieron a su punto de encuentro, para mostrar su más completo desacuerdo al ejercicio de estas actividades.

Quieren parar los desahucios que están a punto de producirse; quieren frenar la voracidad de los bancos, que se cobran en los más desfavorecidos, una crisis que ellos mismos han producido.

Carabanchel es solamente uno de los focos calientes de los desahucios, pero no es el único, ni mucho menos. La tiranía de la crisis se extiende como la humedad sobre un papel mojado, y cada vez son más los casos, en los que las familias se ven resignadas a sobrevivir sin un techo que les resguarde.

Pero como suele ocurrir en estas situaciones, lo mejor para comprender a fondo estos acontecimientos, es conocer a sus protagonistas:

- Hayat, 32 años. Vive en la calle Santiago Cuende, de Carabanchel, con su hija y con su madre enferma. Emigró desde Marruecos hasta España cuando el paro ya era un problema, y su familia se ha visto resignada a subsistir con la pensión de 350 euros que cobra su madre. Al poco tiempo, descubrieron que la casa en la que habitan estaba embargada, y su propietario, que les tenía sin contrato alguno, se desentendió completamente. El IVIMA les ha denegado un alquiler social, por no llevar 10 años empadronados en Madrid, y Bankia, no tiene intención de ofrecer ni ayudas ni facilidades.

- De Carabanchel nos vamos hasta Aluche. Allí, en la calle Maqueda, se instalaron hace 10 años Arizmendi Feliz y su hermana María Luisa, ambos de origen dominicano. En 2007, gozaban de una situación de empleo estable, decidieron adquirir esta casa, con una hipoteca que Banesto les proporcionó, con un montante de 1300 euros al mes. La familia creció hasta hacerse numerosa, con los 4 hijos de María Luisa y la hija de Arizmendi. Pero, al estallar la burbuja inmobiliaria, su onda expansiva les salpicó contundentemente. Al menos, pudieron encontrar algo de luz, cuando Bankia decidió refinanciarles la hipoteca, a 600 euros al mes. Sin embargo, la crisis ha terminado por hundir a esta familia, que tienen que sobrevivir con los 800 euros que cobra María Luisa en concepto de desempleo. Es por ello que se ven impedidos completamente a hacer frente a todos los gastos que supone una familia numerosa. Ni el IVIMA ni los servicios sociales proporcionan ayuda alguna, y a la sombra se encuentra Banesto, que trata de desalojarlos.

- La tercera parada se sitúa en la calle Puerto de los leones, en Torrejón de Ardoz. Allí vive Herbert, de 32 años, con su mujer, de 29 años, y sus dos hijos, de 2 y 4 años. Esta familia llevó los pagos de su hipoteca al día, hasta que la crisis también les azotó, y Herbert se quedó sin empleo, haciendo imposible los pagos que le exigían. Bankia se niega a negociar algún tipo de ayuda para esta familia, y no contentos con esto, exigen a Herbert y su familia una deuda que ronda los 100.000 euros.

Y con esta parada acaba un pequeñísimo tramo de desahucios, que forma parte de una gran ruta en la que, a modo de espiral, origina paradas cada día, sin saber cuál puede ser su próximo destino.