En un ambiente cercano y participativo, adolescentes y personas mayores se reunieron para compartir experiencias, reflexionar colectivamente y construir puentes entre generaciones en torno a tres temas clave: el bullying, la educación y la violencia de género. El encuentro, desarrollado en OMC Radio en un formato conversacional, puso en valor el intercambio de vivencias como herramienta de aprendizaje mutuo.

Un espacio para escucharse y comprenderse.

Las personas mayores compartieron cómo, en su juventud, la violencia escolar a menudo se  permanecía invisible o se resolvía de forma violenta. Las educadoras del PAC (Programa de Atención Continuada), por su parte, relataron casos más recientes, evidenciando cómo el acoso ha adoptado nuevas formas, especialmente a través de las redes sociales. De ahí que haya aumentado su gravedad.

Este contraste generó un diálogo enriquecedor sobre cómo han cambiado las dinámicas de convivencia y la importancia de educar en el respeto desde edades tempranas.

La educación como herramienta de transformación

Uno de los puntos centrales fue el papel de la educación en la prevención del bullying. Las personas mayores enfatizaron el valor de la disciplina y la importancia de la figura docente, mientras que los jóvenes destacaron la necesidad de espacios seguros, apoyo emocional y diversidad en el aula.

Ambas generaciones coincidieron en que la educación debe evolucionar hacia modelos más inclusivos y participativos, donde el alumnado pueda expresar sus inquietudes y desarrollar pensamiento crítico. Surgieron propuestas como ampliar los recursos destinados a educación.

Violencia de género: del silencio a la conciencia

El tema sobre violencia de género fue demasiado breve.

Se habló sobre todo de las propuestas que se van a celebrar el próximo 25 de noviembre con motivo del Día contra las violencias machistas.

Desde OMC concluímos con una reflexión: solo a través del diálogo y la escucha activa es posible construir sociedades más justas, igualitarias y libres de violencia. Las personas mayores aportan su experiencia y las jóvenes su frescura, sinceridad y compromiso.

Esta actividad demuestra que los puentes entre generaciones no solo son posibles, sino necesarios. En un mundo cambiante, compartir experiencias se convierte en una herramienta poderosa para enfrentar desafíos comunes y promover una convivencia basada en el respeto, la educación y la igualdad.

 

Las entidades organizadoras no se hacen responsables de las opiniones realizadas en el programa.